Wednesday, June 9, 2010

APUNTES PARA UNA ECO-ESPIRITUALIDAD HOLÍSTICA

“UNU MONDO,
UNU LINGVO”
(Lema del Esperanto)

Por todas partes, principalmente en los medios de comunicación más críticos, se nos tiene al tanto de los varios absurdos provocados por la “civilización humana” en contra del resto de la Naturaleza. ¿Necesitamos repetirlos? Sobrecalentamiento global o “efecto estufa”, cambio climático, destrucción de la capa de ozono, uso excesivo de plaguicidas o agrotóxicos, desertización, destrucción acelerada de la variedad de especies, etc. Los científicos y los filósofos discuten cuál es la parte correspondiente de la responsabilidad humana en todo esto, pero parece innegable que el ser humano sí tiene una buena parte de responsabilidad ética en todo ello.

A estos fenómenos considerados estrictamente medioambientales, podemos añadir los propios de una ecología social: pobreza continua (aproximadamente un 80% de la población viviendo en pobreza y la mitad en pobreza extrema, mientras el restante 20% acumula el 80% de los recursos), marcada diferencia de clases y de castas, opresión de la mujer, trabajo infantil, consumismo, hedonismo acrítico, inseguridad en el trabajo (especialmente para los jóvenes), desempleo, discriminación étnica, de orientación sexual, de la tercera edad, de la infancia, etc. Estos son los fenómenos. Pero, ¿cuál es su explicación? ¿Hay una causa común en todo ello?

1. Digamos a todo esto, antes de más, que hay una percepción nueva de estos fenómenos y es su carácter globalizante. Más y más, la humanidad más crítica y responsable está dándose cuenta de que todos estos fenómenos, aunque estén presentes en una manifestación local, tienen un componente global. Es decir, que están generalizados en el planeta Tierra.

Lo mismo afecta en Londres, que en Madrid, en São Paulo, en Buenos Aires, en Kinshasa, en Lisboa, o en Maputo. Desde luego, con diferente intensidad y distribución (en lo referente a la ecología social), pero con parecida estructura en lo estrictamente ecológico. Evidentemente, hay problemas ecológicos locales y restringidos. Pero estos deben ser mirados con otra perspectiva, la perspectiva de que estos fenómenos locales casi siempre se repiten en otras partes. El provocativo lema ecologista de que el aleteo de una mariposa en Washington provoca huracanes en el Pacífico, alerta sobre esta interconexión global de los problemas medioambientales.

La pregunta sigue en pie: ¿Es posible encontrar una causalidad común en todos estos fenómenos, tanto estrictamente ecológicos como ecológico-sociales?

2. Junto con la visión más globalizante de estos fenómenos crece la conciencia de la responsabilidad humana en ello. Por ejemplo, se torna difícil pensar que el uso masivo de automóviles en los países de capitalismo avanzado pudiera quedar impune a nivel medioambiental. La continua emisión de dióxido de carbono (aunque la responsabilidad no sea sólo humana) está ya teniendo consecuencias catastróficas para el Planeta Tierra.

Pero, ¿por qué ocurre esto? Podemos decir que es fruto de un determinado modelo teórico de desarrollo, que implica el ejemplo aludido del uso masivo de automóviles. La circulación por las carreteras ha tenido un crecimiento continuo en las últimas décadas. Es decir, hay una determinada concepción mental (podemos denominarlo paradigma) subyacente a una determinada forma de concebir lo que es el desarrollo social y civilizacional. Esto implica un determinado estilo de vida. Y un determinado modelo de producción y consumo. Habrá que examinar todo esto muy críticamente.

En otras palabras, la actuación ética y política depende de un determinado paradigma epistémico que lo provoca. Nuestra hipótesis de trabajo es todavía más amplia que esta conclusión: decimos que detrás de un determinado paradigma mental hay una especial espiritualidad que los sostiene. Intentaremos fundamentar esta afirmación en los puntos siguientes.

3. Debemos concebir primero qué entendemos por ‘espiritualidad’. Pero para eso, en primer lugar, debemos mostrar qué no es espiritualidad en este nuestro abordaje. Espiritualidad, para nosotros, no es algo independiente o al margen de la materialidad y corporalidad. Esto sería un craso dualismo, existente sólo en nuestras mentes, pero no en los procesos reales. Espiritualidad no es algo que tiene que ver sólo con el espíritu, como si el espíritu fuera un reino aparte de las necesidades humanas.

Espiritualidad no significa necesariamente ‘religión’. Claro, todo depende también de lo que entendemos también por ‘religión’. Si lo entendemos de modo convencional, como lo propio de las diferentes religiones históricas, entonces la espiritualidad puede estar conectada con las diferentes religiones, pero es algo más abarcante. Y pudiera haber incluso una espiritualidad agnóstica o laica, e incluso una espiritualidad atea.

¿Qué entendemos entonces por ‘Espiritualidad’?

A la luz de las investigaciones que llevamos realizando desde hace años, entendemos la ‘espiritualidad’ como una determinada actitud mental/vital ante la existencia humana, en sentido de ultimidad y radicalidad. Denotar la espiritualidad de alguien significa mencionar sus valores más profundos y vitales que le animan a vivir y a actuar. Es el “corazón” de todo su existir. Es la fuerza inspiradora del pensar, sentir, actuar de una determinada persona o colectividad.

Esto es un abordaje supra-religioso del fenómeno de la espiritualidad. A veces puede estar en contradicción con el mundo religioso, en la medida en que las religiones sociohistóricas tienden a desarrollar perversiones o idolatrías, y a alejarse de sus fuentes originarias.

4. En nuestro caso, no sólo promovemos la espiritualidad en general, sino una espiritualidad holística. De una manera breve intentemos delimitar aquí, en una serie de subpuntos, el concepto de holismo que vamos a utilizar.

4.1. Se entiende por holismo aquella visión de la realidad que concede predominio del todo sobre las partes. No significa negar las partes. Significa que el predominio del abordaje es la consideración del Todo. Las partes tienen su sentido, tienen su propia “identidad”, su singularidad y especificidad, pero su sentido último se lo da la totalidad en la que están insertas. Puede haber totalidades cada vez más abarcantes.

4.2. Aunque las partes son significativas, no son ontológicamente substantivas. No son absolutas, independientes, estáticas, permanentes. La ignorancia fundamental consiste en absolutizar la parcialidad, perdiendo su relación final con la totalidad.

4.3. Típico de la posición holista es afirmar que “el todo es más que la suma de las partes”. Esto quiere decir que, dada una totalidad, no basta adicionar sus diferentes elementos para obtener su resultado final (al modo de un conjunto determinado, A, constituido por la mera suma de sus diversos elementos: a, b, c, d... n). Esto quiere decir que los elementos desarrollan relaciones entre ellos (interrelaciones), más allá de su mera existencia física. Hay que tener entonces en cuenta las distintas relaciones que se establecen entre todos ellos. Este principio es especialmente importante para la Ecología, ya que la idea de ecosistema es la concreción práctica de esta concepción holística.

4.4. Por consiguiente, para el holismo, todo está en conexión con todo, en interacción continua. La interconectividad es total. Nada está aislado.

4.5. Otro principio fundamental del holismo es el principio holográfico, que consiste en que el Todo (o la totalidad) está presente en cada una de sus partes. Cada una de las partes es una micro-totalidad. En Física, tenemos el ejemplo del holograma. Y, en Biología, es posible clonar un ser vivo a partir de sus células (aunque, para efectos prácticos, se escojan mejor unas determinadas células que otras). Lo Macro se da en lo micro. Lo micro está en lo Macro.

4.6. El holismo busca la superación del dualismo, la multiplicidad, la división. Pero no los destruye. La totalidad es unitaria. Pero es una unidad en la multiplicidad. Supone una postura de síntesis: ni multiplicidad radical, que se convertiría en pura equivocidad; ni unidad formal abstracta, que se convertiría en unidad vacía, en univocidad reductora.

4.7. Además, la totalidad no es estática, sino fluyente. Todo lo observable de la realidad empírica está en “permanente” fluir. Se puede postular, no obstante, la existencia de un ámbito ontológico permanente, más allá de lo dado empíricamente.
4.8. Epistémicamente, el Todo sólo puede ser captado intuitivamente, más allá del pensar deductivo. La ‘intuición trascendental’ va más allá de la deducción, pero la implica a su vez. Va más allá, sin destruirla. Es posible concebir esto también de manera dialéctica: la superación (Aufhebung) trasciende, va más allá, pero integra los momentos anteriores antitéticos.

Pues bien, creemos que estas ocho tesis sintéticas condensan lo central de la visión holística. Con ellas, es posible entender de qué hablamos cuando nos referimos a una espiritualidad holística.

5. Una espiritualidad holística es entonces una espiritualidad que posee las siguientes características:

5.1. Supera el dualismo entre sujeto/objeto. Por lo tanto, ve todo interconectado, pues el sujeto es parte del objeto, y viceversa. Sujeto/objeto son una mera creación mental, con visos de utilidad práctica, pero sólo hasta determinado nivel. Una tal espiritualidad no-dualista es incapaz de contraponer ser humano/naturaleza, porque el ser humano es también naturaleza. La separación entre ser humano y naturaleza, ese gran dualismo, es responsabilidad, en gran parte, del paradigma cartesiano, que opone mente y cuerpo.

Una espiritualidad integral, no-dualista, supera las separaciones artificiales entre saber y emoción, entre masculino y femenino, entre intelecto y mano, es decir, entre trabajo intelectual y trabajo manual, entre religión y política, entre interioridad y socialidad, etc. Esas dualidades sólo son operativas como esquemas mentales provisionales de análisis de la realidad, que es unitaria en último término.

5.2. Es una espiritualidad fluida, flexible, consciente de la impermanencia global que rige al ser humano y al Universo. Por eso no cae en la Ignorancia Fundamental de atribuir sustantividad a lo que es meramente pasajero, provisional, relativo y empírico. ‘Sustantividad’ significa aquí, no que algo carece totalmente de realidad, sino en el sentido de que es impermanente. “Todo pasa, todo cambia”, según rezaba el principio heraclíteo. Sin embargo, una espiritualidad holística también es consciente de que existe “algo permanente”, indefinible, trascendente, pero presente en la realidad misma. Y es algo experienciable.

5.3. Por lo tanto, una espiritualidad holística es una espiritualidad de la experiencia. La espiritualidad es siempre eminentemente práctica, máxime la holística. Tiene que ser vivenciada por cada uno de los sujetos. Y hay diferentes percepciones y sensibilidades según sea la persona (un conglomerado de experiencias acumuladas, y eso es el ego). Por consiguiente, una ‘experiencia holística’ es una experiencia intuitiva más allá del ego. Una experiencia trascendental/holística es la mejor expresión de lo que es el no-ego. Quienes la han tenido afirman que es una experiencia extremamente gozosa, plena, de felicidad total (que no hay que confundir con placer).

5.4. Una espiritualidad holística es una espiritualidad de la experiencia unitaria. Significa esto que alguien se siente uno con todas las cosas, y esto es especialmente importante en el ámbito ecológico. Una eco-espiritualidad holística significará entenderse vivencialmente (no sólo en teoría e intelectualmente) como uno con la naturaleza. El pájaro y yo somos uno, al igual que el árbol, la montaña, el río o el valle. No hay separación dual vivencial, únicamente en lo intelectual y verbal.

Sentirse un@ con todas las cosas (también a nivel mineral y objetual) no implica negar que existen singularidades, diferencias, especificidades. Todo eso, cual sinfonía, constituye las diversas voces de la Única Orquesta de la Vida y del Cosmos.

5.5. Una espiritualidad holística es una espiritualidad de la Libertad esencial de todos los seres. Cada una de las cosas tiene que cumplir su propia misión (a realizar), de acuerdo con su propia vocación singular (a descubrir). Todas las misiones suponen la Única Misión del Todo como tal, aunque no seamos conscientes del papel de cada una de las partes en el Todo.

Todo ser está llamado a vivir la y en Libertad. Esto significa la negación de cualquier totalitarismo, imperialismo, manipulación o desviación de los fines intrínsecos de cada uno de los seres. Ninguna parte tiene derecho a imponer sus criterios, por más razonables que aparenten a primera vista, a l@s demás. Cada ser es único, hay que respetar su libertad, y la espiritualidad consiste precisamente en liberarse de las cadenas que aprisionan a todos los seres. Porque solamente libres podrán cumplir su propia vocación y misión.
5.6. Hablar de espiritualidad holística es hablar también de la Verdad, la Justicia y la Armonía. La Verdad es el Orden de las cosas, en su interrelación total. La Justicia es la vivencia de la Verdad en la vida práctica y concreta. Y la Armonía es la Gran Ley que rige la existencia del Cosmos, aunque no podamos entender ese Orden Total, dada nuestra visión limitada. Sin embargo, es necesario admitir también la existencia del mal, la perversidad, la destrucción, la violencia y la irracionalidad. La pregunta aquí es: ¿No es esto una contraprueba del Holismo? La existencia de la Inarmonía, ¿no destruye de principio cualquier intento de Armonía Total?

Ésta ha sido una de las objeciones más permanentes a lo largo de la historia del pensamiento y de la Humanidad. Una respuesta extendida ha sido considerar el Mal como una ilusión. Pero hay que entender bien esto. ‘Ilusión’ no significa aquí un espejismo, un mero fuego fatuo, una distorsión de los sentidos. El Mal parece consistente, imperioso, avasallador y cargado de negatividad y destrucción. Los ejemplos históricos y nuestra experiencia cotidiana parecen confirmar esto de manera contundente.

Pero ‘ilusión’ no niega este carácter “real” del Mal. Lo que pretende decirse con este vocablo es que no tiene permanencia, sustantividad. Es ilusión porque nos desvía de la tarea esencial de cada ser. Es un Misterio, en el sentido que no conocemos el Orden Total, ya que la Iluminación no se ha manifestado todavía en nosotros/as de manera plena. De momento, de manera empírica, nos queda luchar contra él. Eso sí, habrá que ser una lucha acorde con el Holismo, y en ese sentido la no-violencia (ahimsa), se muestra hasta hoy como el camino más coherente con el Holismo.

Con todo, como ya se distinguía clásicamente, debemos diferenciar entre el mal físico y el mal moral. El mal físico es sólo tal en la medida en que juzgamos de acuerdo con nuestros intereses de especie. En este sentido, un tsunami, un terremoto, en el que frecuentemente pueden morir muchos inocentes y, sobretodo, pobres, dada la injusta distribución de riqueza y de poder, no aparecerá tanto como un Mal si lo consideramos desde el punto de vista de la Salud del Planeta Tierra como un todo. Puede ser un aviso de que algo no corre bien en nuestros esquemas civilizacionales. Es un mal para algunos miembros de nuestra especie, pero no necesariamente para el Planeta Tierra como un todo.

Ya el Mal moral, el Mal que es evitable y que es provocado por la Ignorancia Fundamental del ser humano, sí que puede y debe ser combatido con todas nuestras fuerzas. Corresponde a lo que Bartolomé de las Casas denominaba “los que mueren antes de tiempo”. Morir-antes-de-tiempo es un mal, y puede y debe ser evitado socio-históricamente. El des-orden estructural en el que estamos inmersos, fruto de inadecuados paradigmas mentales, es la principal causa de esto.

Por supuesto, no pretendemos aquí resolver finalmente el problema del Mal, que es un misterio cósmico, sino tan sólo re-dimensionarlo a la luz del Holismo. Queda siendo verdad que la única consideración válida sobre el mal es trabajar por superarlo de manera constante.

5.7. Finalmente, hablar de Espiritualidad holística es hablar también de una Espiritualidad de la Belleza espiritual.

Belleza tiene que ver con la Armonía, y ésta es una propiedad del Todo. Podríamos distinguir así entre una Belleza objetiva, aquella que es propia de la interconexión de las diferentes partes, y de éstas con el Todo (utilizando un lenguaje convencional: mejor sería hablar del Todo en sus partes) y una Belleza subjetiva, aquella que es percibida por el sujeto humano.

Puede ocurrir que la Belleza objetiva no sea percibida por algún o algunos de los humanos. Y es que los cánones de la Belleza subjetiva cambian de tiempo para tiempo y de persona para persona (lo que es feo para alguien puede ser bello para otra persona; o lo que en un tiempo fue considerado “feo” pasa a ser considerado con el tiempo como algo bello, y viceversa ; por supuesto, hay gradaciones en todo esto).

La Belleza espiritual, holísticamente entendida, es la propiedad que todo ente racional o razonable posee intrínsecamente considerado, en su espontaneidad natural. De por sí, todo ente racional es bello. La responsabilidad ética es la capacidad de evidenciarlo y desarrollarlo. La responsabilidad política es la capacidad de extenderla en el contexto de la polis humana.

¿Qué de específico añade estéticamente lo holístico? Lo referente a la totalidad. Las totalidades pueden ser más y más abarcantes. Lo que importa es la Armonía del Todo. En ese sentido, una determinada “parte” considerada “fea”, debe ser vista de acuerdo con su totalidad primaria. Totalidad primaria es la referente a su proximidad ontológica. Ese conjunto de “partes” que conforman la totalidad es bella en su conjunto, independientemente de que una de sus partes sea considerada “fea” (admitiendo siempre lo que de subjetividad puede haber en los juicios).

Lo holístico añade además la Belleza más allá del concepto y del juicio. ‘Lo bello’ puede estar más allá de la forma y el nombre. Por ejemplo, el silencio, una emoción amorosa, o una profunda emoción del ser humano.

Por consiguiente, una espiritualidad holística es considerada per se una espiritualidad de la belleza espiritual, ya que, quien la practica, desarrolla su capacidad de belleza espiritual al máximo. Los valores del non-ego, de la ausencia de apegos, de la entrega al servicio de la humanidad, principalmente de l@s más pobres, de la unidad entre todos los seres entre sí, de la alegría, el Amor, la Verdad de cada cosa, la Autenticidad, la Apertura de Mente, la capacidad de sufrimiento, la autodisciplina, la profundidad y el cariño total por el Cosmos, etc., no son solamente actitudes éticas positivas, sino características holísticas de la Espiritualidad.

6. Teniendo en cuenta lo anterior quisiéramos ahora sacar las principales conclusiones para una eco-espiritualidad holística (ECEH):

6.1. Una ECEH es una profunda actitud espiritual, mental y vital donde todo ser, como tal, se siente partícipe de la unidad de todos los seres. En una palabra, se siente uno con todos los seres. Se dice que, en la Antigua China, cuando un experimentado pintor quería pintar el árbol perfecto, se sentaba en actitud de meditación ante el árbol que quería representar. Podían ser días, semanas o meses. Pese a su depurada técnica, no empezaba a pintar enseguida, sino solamente cuando él, pintor, y el árbol, eran ambos una única cosa. O mejor, cuando el pintor y el árbol no eran distintos. Sólo entonces se podía crear el árbol perfecto (no meramente un buen cuadro de un árbol).

Del mismo modo, para el equilibrio de todo el Planeta Tierra (y del Cosmos) es necesario que el ser humano experimente esa unidad con todo lo que le rodea. Esa es la base para la Compasión, el Amor, la Solidaridad más profunda: la que no ve diferencia entre uno/a mismo/a y los seres que le rodean (así es posible releer el relato evangélico del Buen Samaritano: Lc 10, 29-37). En ese sentido, la figura de un San Francisco de Asís, por ejemplo, puede ser paradigmática de una actitud eco-espiritual holística. Y pudiera haber otras.

En nuestra opinión, esta característica es la más definitiva para una ECEH. Así, enlazaríamos con la visión de James Lovelock, cuando habla del Planeta Tierra como de un super-organismo (la ‘hipótesis Gaia’). Podríamos extender esto y hablar del mismo Cosmos como un Organismo Universal, del cual nosotros/as formamos parte. ¡Nosotros/as somos el Cosmos!

6.2. ¿Cómo experimentar esto? Ante todo, está más allá de la comprensión racional (=lógica, separativa, dualista/pluralista). La práctica constante de la meditación, en cualquiera de sus diferentes modalidades y tradiciones, puede conducir a eso, si bien es “algo” que surge y que no se conquista. Pero tampoco se da con la pasividad del ser humano. Experimentar la actitud unitiva con todo es un don, pero requiere, de nuestra parte, ponerlo todo en ese sentido. Implica una actitud ética correcta, así como una práctica meditativa adecuada y constante. Por supuesto, hay prácticas espirituales más acordes con un modelo de Sabiduría, otras de Devoción, y otras de Acción (la triple ‘marga yóguica’). Cualquiera de ellas (o todas ellas combinadas, mejor) son capaces de conducir a una experiencia holística. Siempre y cuando esta práctica constante, pero sin stress, se entienda como un abandonarse a nuestra más íntima esencia cósmica, que ya somos, pero que no reconocemos.

De esta manera, podemos decir correctamente que “yo soy el río”, “yo soy el árbol”, “yo soy el agua, el viento, la tempestad, el terremoto, la brisa, la tierra”. Pero sin caer en romanticismos fáciles, habrá que decir que yo soy también el tigre que se prepara para atacarme y devorarme. ¿Cómo entender esto? Significa que esa unidad es siempre un Misterio, más allá de la explicación racional, separativa y diferenciadora. Con todo, yo haré todo lo posible para escaparme del tigre, por supuesto... Pero yo soy el tigre y yo soy yo mismo mirando al tigre. Entender esta paradoja es una especie de ko’an, esas paradojas usadas en la tradición del zen rinzai, capaces de hacer quebrar en añicos nuestra mente lógica y darse la Iluminación.

6.3. Es interesante considerar aquí, dentro de la tradición espiritual y filosófica india, la escuela del Vedānta . Su principal representante es Shankara (s. IX d.C.). En breves líneas digamos que, especialmente la tendencia del Advaîta Vedānta, o Vedānta de la no-dualidad, afirma que la única Realidad existente como tal (es decir, permanente) es Brahman (que podríamos traducir por ‘Dios’) o ‘Espíritu Absoluto’ (Atman). El mundo como tal y el alma individual, creaciones suyas, en realidad no son sino diferentes aspectos de Él mismo, transformados y convertidos en aparente multiplicidad.

Mediante la acción de māyā, que es la ‘ilusión’, parece como si las cosas del mundo y el alma individual fueran plurales, diferentes de la Unidad absoluta que es Brahman. Llevado de su ignorancia (avidyā), el ser humano (que es esencialmente un alma, encarnada eventualmente en un específico cuerpo), se juzga individualmente distinto de Brahman. Todo el proceso de la práctica espiritual consiste entonces en tomar conciencia de que él mismo y Brahman no son sino el/lo mismo, es decir, que hay una identidad entre Brahman y el alma “individual”. El mundo mismo, creación de Dios, no es sino ese mismo Brahman o Dios en forma aparentemente múltiple, como si fuera diferente de Él Mismo .

De esta manera, el sabio, aquel que por la renuncia, la práctica de la devoción y la meditación ha alcanzado el saber auténtico (jñāna), puede esperar tranquilamente la liberación final (moksha), cuando el alma se aleje definitivamente del cuerpo mortal que ha tenido en su existencia en la Tierra.

Los filósofos y espirituales del Vedānta distinguen también entre Saguna-Brahman y Nirguna-Brahman. El primero es Dios en tanto que manifestado o personificado (que recibe también el nombre de Ishwara). El segundo es Dios en tanto que impersonal, carente de atributos, sin forma ni nombre, más allá de todo concepto o determinación mental, Dios puro en sí. Sin embargo, no son dos dioses, sino dos maneras de enfocar a Dios (personificada y/o impersonal). El Vedānta entiende que la forma más pura de “entender” a Dios (más allá de toda comprensión racional) es como Nirguna-Brahman (lo que en la teología negativa cristiana occidental fue denominado como Pura Nada, cuando las y los místicos “hablaban” de Dios).

Evidentemente, la filosofía mística del Vedānta es mucho más complicada que todo esto, pero lo hemos traído a colación para mostrar la especial e íntima relación de Dios con el mundo o el Universo. Siendo creación suya, el Universo no es sino la expresión del mismo Dios en su forma visible.

Algunos teólogos cristianos han llegado, en este mismo contexto mental, a hablar del Cosmos como cuerpo de Dios . Evidentemente, concebir así la Naturaleza es entenderla de la manera más elevada, como imagen del mismo Dios. Trasladado todo esto a una mentalidad ecológica, significaría que cualquier atentado en contra de la Naturaleza es un atentado al mismo tiempo en contra del cuerpo de Dios. Los mismos hindúes conciben la Naturaleza de una manera sagrada (la vaca, los ríos, los árboles, las montañas...).

6.4. ¿Qué podemos decir entonces sobre esto en clave teológica cristiana? En nuestra opinión, creemos que podríamos incorporar provechosamente las reflexiones místicas (más que ontológicas) del Vedānta, pero introduciendo algunas salvedades.

6.4.1. Clarificar mejor la realidad que posee también la pluralidad y la multiplicidad. En esto conectaría mejor con otra escuela del Vedānta, conocida por Vishistā Advaîta Vedānta, cuyo principal representante es Rāmānuja (siglo XII d.C.). Igualmente, el reconocimiento de la realidad del alma individual, si bien habría que discutir más a fondo la antropología del Vedānta en su relación con el cristianismo, cosa que nos llevaría de momento demasiado lejos.

6.4.2. Reconocer el Universo o Cosmos como Cuerpo de Dios, nos permitiría radicalizar (=ir a la raíz) de toda práctica ecológica espiritual. De ahí, la acusación de algunos ecologistas de que el pensamiento judaico-cristiano favoreció la destrucción de la Naturaleza, a partir del texto del Génesis (1,28), en el que Dios desea de que “el hombre domine sobre toda la tierra” (el verbo utilizado es un verbo pesado, que indica dominio, sujeción, esclavitud).

Pero hay otras imágenes bíblicas como la del “jardín del Edén” (Gn 2, 8ss.), donde la Tierra (la única perspectiva u horizonte de los judíos de aquel entonces) aparece con otra visión (el ser humano como jardinero responsable de la Tierra). En definitiva, una visión eco-espiritual permitiría superar toda justificación teológica y filosófica de la violencia en contra de la Naturaleza.

6.4.3. Quedarían también por discutir las relaciones entre la ignorancia fundamental del mundo indio y la noción judaico-cristiana de pecado (incluso una revisión del concepto teológico tradicional del pecado original a la luz de concepciones ecológicas y sociales contemporáneas). También esto nos llevaría demasiado lejos en este artículo. Pero sería una expresión mental del pecado ecológico de la destrucción de la Naturaleza.

6.4.4. Finalmente, en clave judaico-cristiana, la comprensión bíblica del Mal, siempre un Misterio, permite una conclusión teórico-práctica: Dios está de nuestro lado, compañero de las luchas de liberación, en contra de cualquier mal infligido a otro ser humano, especialmente si es débil, oprimido, pobre. Igualmente, en contra de cualquier destrucción de su Obra o su propio Cuerpo (la Naturaleza). Y esta lucha es, en último término, una lucha por la Unidad de todo con el Todo, una Unidad de nosotros/as, que somos (el) Cosmos, con el Dios que lo alienta, pervade e impulsa a un mayor desarrollo (Creación Continua).

¿Estamos realmente dispuest@s a ello?

rui manuel grácio das neves
lisboa, noviembre del 2009.

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1- En la “Agenda Latino-Americana 20010. Salvemo-nos com o Planeta” encontramos varios artículos sobre análisis ecológico de la situación actual, así como reflexiones diversas sobre cómo abordarlos.
2- Por ejemplo, ciertas disonancias tonales en Música, consideradas en determinada época, pueden ser juzgadas hoy como bellas consonancias.
3- Un resumen breve de las escuelas de filosofía indias podemos encontrarlas en el librito de M. HIRIYANNA, The essentials of Indian Philosophy. Motilal Banarsidass, Delhi, 2005, pp. 151-199 (sobre Vedānta).
4- “Puesto que el producto es únicamente una transformación de la causa, no se distingue de ésta y es, como ella, incausado” (WALTER BRUGGER, Diccionario de Filosofía. Herder, Barcelona, 2000, 14ª.ed., pp. 560-561).
5- Es el caso de la teóloga SALLIE McFAGUE, en su original libro (edición en castellano) Modelos de Dios. Teología para una era ecológica y nuclear. Sal Terrae, Santander, 1994.

INTRODUÇÃO À ESPIRITUALIDADE HOLÍSTICA

rui manuel grácio das neves


1. Há um conto espiritual, chamado ‘A busca em lugar errado’, que reza assim:


“Um vizinho encontrou Nasruddin ajoelhado a procurar qualquer coisa.

‘O que é que você anda a procurar, Mullah?’.

‘A chave que perdi’.

E puseram-se, então, os dois de joelhos, a procurar a chave; e, depois de algum tempo:

‘Onde foi que a perdeu?’, disse o vizinho.

‘Na minha casa’.

‘Oh, santo Deus! Então porque a procura aqui?’.

‘Porque há mais luz cá fora’” .



De alguma forma, este conto retrata a nossa atitude mental com respeito à nossa maneira considerada “normal” de focar a realidade e os problemas da vida. Procuramos em lugar errado, devido aos nossos apegos aos hábitos adquiridos. O Passado condiciona a nossa maneira de focar o Presente, o Quotidiano, o Aqui-e-Agora.

Tudo isto tem que ver com o que aqui denominamos Espiritualidade Holística. Mas não é fácil descrever este novo/velho paradigma em pocos minutos. Por isso denominamos somente “introdução” a este trabalho. Quem quiser saber mais ao respeito, poderá consultar a nossa tese de doutoramento em Filosofia, denominada ‘Filosofia de la Vivencia Holística’ (em castelhano), no nosso site: http://espacioinfinito.orgfree.com/index.htm

2. Podemos “definir”, brevemente, o ‘Holismo’ como um novo paradigma (ou modelo epistémico) caracterizado pelo acento que põe sobre o Todo. É a procura dum Todo unitário, que dá sentido precisamente às suas “partes”. Ou seja, as partes não são independentes, mas partes de um Todo, fazem referência à Totalidade. As partes têm autonomia relativa, uma identidade relativa, mas, em último termo, não são senão expressões multi-diversas do Único Todo.

Noutras palavras, o Todo é um Um diverso, ou uma Diversidade/Multiplicidade unificada. A Identidade absoluta é o Todo, não as suas diferentes partes (identidades relativas e provisórias)

Além disso, podemos dizer que o Todo está presente em cada uma das suas partes. Uma parte é um Todo diminuto, simplificado. É este o ‘princípio hologramático’, que tanta importância tem na Física contemporânea, na construção de hologramas. É também o mesmo princípio que se aplica em Biologia, quando se quer reconstruir todo um organismo a partir de uma simples célula base desse mesmo organismo (holomorfismo). Isto significa que o Todo não é uma simples soma das suas partes, mas algo mais do que isso. É essas diferentes partes e o conjunto das propriedades interactivas entre todos os seus elementos ou partes.

Isto, que parece tão abstracto, pode-se compreender perfeitamente através de um simples exemplo.

Para entender o que é o modo de produção capitalista podemos estudar densos livros de Economia para captá-lo. Mas basta ir a uma loja da esquina e comprar lá uma simples Coca-Cola. Neste acto de compra num pequeno supermercado do bairro (se é que ainda existem...) estão implícitas essencialmente, ou basicamente, se quisermos, todas as relações fundamentais do chamado modo de produção capitalista: o preço, a relação compra-venda, o dinheiro como meio de troca, a loja, o patrão e as trabalhadoras e trabalhadores, a jornada de trabalho, a concurrência com outras lojas, o processo internacional de fabricação e distribuição do produto, a propaganda, a lógica do desejo e as expectativas criadas pelo produto em questão, etc.

Ou seja, podemos descobrir toda essa lógica capitalista (totalidade) numa simples compra de um produto na loja (parcialidade). De novo, o Todo está presente em cada uma das suas partes.

3. O Holismo, contudo, não é um paradigma novo. É muito antigo na história da humanidade. Esta vivência de que a Totalidade é o mais importante à hora de compreender o mundo e de vivenciá-lo, é tão antigo como a história da Humanidade. Modernamente, o que fazemos é tão só esclarecer melhor este processo, captar melhor os seus fundamentos e explicitá-los. Mas, como esquema mental, epistémico, é muito antigo.

Talvez não encontremos todos os seus elementos, conscientemente, em outras filosofias ou modos de pensar, mas aí estão basicamente. Por exemplo, em várias filosofias indianas, como no Advaîta Vedānta (inclusive no Vishishta Advaîta Vedānta). Também no Yoga, no Taoísmo, no Budismo Zen, em diversas místicas e místicos da Kabbalah, do Sufismo e do Cristianismo (como no Mestre Eckhart ou em São João da Cruz).

4. Vejamos agora algumas teses fundamentais do Holismo, formuladas em forma de decálogo.

4.1. O Holismo parte da experiência de que a Realidade como tal é sempre fluida, dinâmica, nunca é estática. Como dizia o sábio Heráclito: “Nada é, tudo se transforma” (‘paradigma heraclíteo’). O Budismo falará da Lei da Impermanência (anitya). Tudo se transforma. No entanto, postula-se também a Permanência, a ‘quietude’, o ‘repouso’ (‘paradigma parmenídeo’). Mas a Permanência absoluta é inexpressável, apofática.

4.2. A Realidade é uma totalidade unitária. Como tal o Todo é Um, Uno. As “partes” são sempre partes de um Todo. O Todo é mais do que a soma das suas partes (porque as inclui a elas e a todas as suas interconexões). “O Todo está (presente) nas suas partes”.

4.3. Tudo está em relação com tudo. Tudo é inter-relativo, inter-relacional, inter-conectivo. É o ‘paradigma ecológico’ (defendido, por exemplo, por J. Lovelock: ‘Hipótese Gaia’, a Terra como um Super-Organismo vivo). Nada existe à margem de essa inter-relacionabilidade total.

4.4. O Macro dá-se no micro (‘paradigma holográfico o hologramático’). A única diferença é a dimensionalidade. O Macro-micro é uma só coisa. “Como em cima, assim em baixo” (‘princípio hermético’).

4.5. O Todo é, ou está, estruturado. Dado que é unitário, integra as diferenças, as quais não são eliminadas, mas sub-sumidas. Trata-se de um Todo “diferenciado”, multívoco (O Uni-verso é Multi-verso). A Multiplicidade e a Diversidade estão integradas e implícitas no Todo. Uno e Múltiple são duas caras da mesma moeda. Ou seja, a Realidade é uma totalidad multi-diversa.

4.6. Sendo a Realidade fluida, impermanente, nada é substancial, permanente. Todas as identidades são provisórias, flexíveis, intercambiáveis. É o paradima físico da “dança de Shiva”, postulado pelo físico Fritjof Capra). São identidades “ilusórias”, no sentido em que não são permanentes.

4.7. Não há dualidade absoluta entre sujeito e objeto. O/a observador/a é o/a observado/a, e vice-versa (‘paradigma quântico’: o observador afecta o observado). Isto implica o fim do dualismo absoluto epistémico-ontológico. É uma crítica radical ao ‘paradigma cartesiano’. “A Realidade se auto-observa” .

4.8. O Todo, desde o ponto de vista cognitivo-ontológico, pode ser considerado fenomenicamente e noumenicamente. (utilizando a linguagem kantiana, mas sem nos comprometermos com ela). ‘Fenomenicamente’, a Realidade comporta-se como diferenciada, múltipla, como espacialidade e temporalidade. ‘Noumenicamente’, a Realidade é una. Precisamente, a visão holística consiste em “ver” ambos aspectos inter-ligados, conjugados (‘principio aristotélico’, mas interpretado agora holisticamente). O nouménico dá-se, simultaneamente, no fenoménico, e vice-versa.

4.9. Seguindo com a terminologia kantiana, mas noutro contexto epistémico-ontológico, podemos dizer que a mente humana (‘entendimento’, en Kant) só pode captar discursiva-mente os fenómenos. Para captar o Todo com as suas diferenças, ou seja, o ‘noumeno’ com (em) os ‘fenómenos’, compreensivamente, precisa de um acto intuitivo, transcendental (uma espécie de ‘Razão intuitiva’, utilizando paradoxal-mente a terminologia kantiana, evidentemente com outro sentido).

4.10. Só que este acto intuitivo (ou intuição originária) não é expressável em conceitos (pensamento discursivo) e está para além da racionalidade comum (analítica), já que esta é verbal. É experienciável, sendo uma experiência pura, originária. Uma experiência não reduzível ao espaço-tempo (melhor seria denominá-la ‘vivencia’ ). Noutras palavras, o Todo só é captável por intuição transcendental. A racionalidade analítica só observa fragmentos. A captação da totalidade é um processo intuitivo, sintético. É feita de maneira paradoxal, simultânea, espontânea, ruptural (se bem que existem diferentes escolas: umas mais ‘rupturistas’ e outras mais ‘gradualistas’).

Noutras palavras, a vivência holística é uma visão sinóptica da Realidade. É apofática (não se pode dizer ou expressar), mas vivenciável (‘vivência absoluta’), em princípio por e para todo o ser humano .

5. Vistos estes aspectos básicos da filosofia holística, vejamos agora as suas formulações a nível da Espiritualidade.

5.1. Uma Espiritualidade holística (EH) será, portanto, uma Espiritualidade não dual, integrativa. Ou seja, uma Espiritualidade onde cessem os dualismos que contrapõem espiritual e material, mística e ciência, espiritualidade e política (mística e revolução), mente e braço (intelectual-manual), razão e emoção, masculino e feminino (pois é andrógina ou ginândrica).

Há outras dualizações mais trágicas, como a que opõe os privilegiados a nível económico, super-remunerados, àqueles/aquelas (mais elas do que eles, a nível mundial...) super-explorados pelas relações de trabalho capitalistas. Ou os países do denominado “Primeiro Mundo” aos do “Terceiro”, “Quarto”, “Sétimo Mundos”... e por aí afora. Ou dos que têm os seus direitos humanos (mais ou menos) respeitados àqueles que nem têm nem os “direitos animais” reconhecidos...

Pessoalmente, achamos que este é um dos pontos mais importantes da Espiritualidade contemporânea: a tentativa de ir mais além das dualizações mentais, que implicam depois modelos sociais e humanos assimétricos.

5.2. Uma Espiritualidade holística é uma Espiritualidade de sadhana pluralista. ‘Sadhana’ é um termo sânscrito que é o equivalente de ‘práctica espiritual’. É sinónimo de método ou disciplina espiritual também. Pode haver diferentes sadhanas dentro de uma EH. A EH não tem um método próprio.

Por exemplo, pode-se ser holista e practicar yoga, Tai Chi, meditação tibetana (várias formas), zazen, oração cristã (diversos modos), sufi, cabalista... Como diz um provérbio hindu, o importante é chegar ao cume da montanha, e não qual é o caminho que utilizamos. Neste sentido, uma EH será uma espiritualidade macro-ecumênica, ou seja, capaz de diálogo interno com todas as tradições espirituais.

Mas não implica necessariamente que seja religiosa. Pode-se ser holista e praticante de alguma das diferentes religiões históricas. Mas não necessariamente. Podemos ser ateus e agnósticos e ainda assim sermos pessoas “espirituais”. Isto seria um tema para desenvolver, mas, em princípio, achamos que isto deve ser possível.

5.3. Uma EH será, necessariamente também, uma Espiritualidade de trascendência do ego. O ego é uma construção social, mas que é internalizada essencialmente pelos seres humanos. O perigoso é a nossa identificação com o ego. Nalgumas grandes tradições espirituais há quem fale do “pequeno ego” e do “grande Ego”.

A virtude fundamental de uma EH é integrar o pequeno eu (o eu limitado e individal) no Ego universal (Deus, Todo, Cosmos, Absoluto..., segundo as diversas concepções).

Mas os egos também podem ser colectivos (Pátria, Partido, Religião, Género, clube, etc.). Valem só relativamente, não podem nem devem ser absolutizados.

No momento em que somos vivencialmente conscientes de que o ego é o conjunto do nosso passado, uma acumulação de experiências, ideias, sentimentos, etc., então estaremos preparados/as para não mais “levá-lo ao pé da letra”. O ego é só uma metáfora que se auto-trascende. É preciso não se atar a uma metáfora.

5.4. Importante também na EH é a corporalidade. Isto significa que o corpo também é Espiritualidade. Neste sentido, actividades como o Hatha-Yoga, o Yoga psico-físico, são essenciais no sadhana espiritual.

O corpo não é um lastro a ser evitado ou obviado. Pelo contrário, a EH é a expansão da corporalidade ao máximo. Trascender até os sentidos considerados “normais”, para alcançar experiências parapsicológicas. Mas isto não é um fim em si mesmo. Porque pode-se converter numa projecção do ego, e então ser um perigoso desvio no caminho espiritual.

O corpo não é só o nosso corpo físico. É também o corpo social e o corpo cósmico. De alguma forma, somos o Corpo Cósmico e poderiamos parafrasear o humanismo clásico dizendo que: “Somos o Cosmos e nada do Cosmos nos pode ser alheio”

5.5. A EH é, essencialmente, se assim se pode dizer, presencialista, ou seja, está concentrada em viver o Aqui-e-Agora, sem esforço nem tensão, simplesmente em Atenção Permanente. Há uma história oriental também neste sentido:


“Após os seus dez anos de estágio, Tenno fez uma visita ao Mestre Tan-In.

Era um dia chuvoso; foi de tamancos e guarda-chuva. Logo que entrou, o Mestre perguntou-lhe: Os tamancos ficaram lá fora...? Diz-me, então, se os deixaste à esquerda ou à direita do guarda-chuva.

Tenno ficou confuso e sem resposta e concluiu que não fora capaz de praticar sempre, constantemente, uma Atenção Consciente. E decidiu passar com o Mestre mais dez anos...”


O comentário a esta história é que “aquele que está sempre atento e consciente, totalmente presente a cada momento da vida, esse é o Mestre!” .

Noutras palavras, a pessoa espiritual é aquela que vive o seu dia-a-dia com intensidade, como se fosse o último dia da sua vida. Está atenta ao que sucede à sua volta, mas também é consciente dos seus próprios pensamentos, sentimentos e emoções, dos seus próprios sentidos. Vive o Presente Eterno, ou a Eternidade do momento presente. Assim falaria alguém agnóstico ou ateu. Um cristão falaria de viver a Presença de Deus em cada momento e acontecimento. Mas, qualquer que seja a perspectiva, ambas vão dar no mesmo.

A ideia é viver o céu na terra, o nirvana no samsara, o Macro no micro, “o lótus em fundo lamacento”. Não de escapar para um céu mais além, mas para viver o mais além no mais aquém. É este o repto da verdadeira Espiritualidade.

Um provérbio zen dizia: antes de estudar o zen, a montanha era montanha e o vale era vale; depois que comecei a estudar zen, a montanha deixou de ser montanha e o vale deixou de ser vale; quando o satori (iluminação) chegou, a montanha voltou a ser montanha e o vale voltou a ser vale.

Só quem teve esta vivência pode entender isto. “O que fala não sabe, o que sabe não fala”, dizia Lao-tse no Tao te King (Daodejing, LVI) .

5.6. A EH resulta, por isso, tremendamente vivencial.

Vivencial contrapõe-se aqui a teórico, intelectual. É algo próprio da Vida, algo que se impõe por si mesmo, pela “lógica das coisas”, ou melhor, pelo “ritmo das coisas”, como diria o taoísmo.

Sem prática quotidiana não há Espiritualidade, há Teoria da Espiritualidade. Também é boa a literatura espiritual, porque anima e tira dúvidas, mas vale mais dez minutos de prática de meditação para captar um pouco do que é realmente Espiritualidade...

‘Vivencial’ é algo do quotidiano. Contrapõe-se também a experiencial, algo situado no espaço-tempo, acumulação de experiências, acumulação de Passado. É preciso morrer ao Passado, para viver no Presente. Não é uma experiência mais, como a de alegria, ou tristeza, ou mágoa, ou esperança. É simplesmente estar, Ser. Não se programa. Acontece. Mas podemos prepararnos para que isso suceda. Prepararnos é limpar “os vidros sujos da janela, que não deixam entrar a Luz”, como escrevem as e os místicos de tradição cristã. Limpar os nossos apegos (a Abgeschiendenheit de que falava o Mestre Eckhart e o detachment dos budistas).

5.7. Assim, a EH resulta totalmente contemplativa. Não no sentido relativo, de opor contemplação a acção, que seria outro dualismo perverso. É absolutamente contemplativa.

Mas o que significa isto? Isto significa que capta o ritmo das coisas, o Espírito que fala e age na história e na biografia. Que escuta o Silêncio, valha o paradoxo. Porque só no e desde o Silêncio é possível compreender a Vida mesma. Neste sentido é equivalente do não-agir (wu-wei) dos sábios taoístas. O não-agir é a suprema acção, aquela que age sem procurar agir. Ou melhor, é a acção espontânea, aquela que surge de dentro para fora, da nossa originariedade, da nossa autenticidade.

Neste sentido, toda e todo espiritual são contemplativos/as, ainda que estejam no meio do tráfego contínuo da vida (“o olho do furacão”). O Karma-Yoga indiano ajuda-nos também muito bem a viver esta perspectiva. O Karma-Yoga é o Yoga da acção, a união com o Absoluto, com o Divino, através da acção de cada dia.

Para isso é preciso ter em conta dois princípios:

O Espírito é o verdadeiro Agente
Devemos estar des-apegados dos frutos das nossas acções.

O que é que significa em concreto isto?

Significa que é Ele/Ela quem actua preferentemente. Nós somos só os instrumentos (bons ou maus) da sua Acção. Por isso é bom des-apegarnos das nossas próprias ideias, métodos, objectivos (o nosso ego), para saber escutar as iniciativas do Espírito. Isto não quer dizer que não pensemos, deixemos de ter juízo crítico das coisas, ou que não formulemos objectivos. Mas o fundamental é subordiná-los à Acção do Único Agente, o Espírito. Deixemos que seja Ele/Ela quem escreva a História... com a nossa colaboração, claro.
Para isso devemos agir, mas des-apegados/as até dos frutos das nossas acções. Como intervem na História uma multiplicidade de causas, a objectividade das nossas acções escapam das nossas intencionalidades iniciais. Assim, pode acontecer que uma acção que realizamos com boa intencionalidade e que até é objectivamente boa, possa tornar-se inoperante ou até voltar-se contra nós, ou ser mal-interpretada e fonte de posteriores conflictos. Por conseguinte, a actitude mental correcta de quem pratica Karma-Yoga é não ficarmos atados, dependentes, escravos do êxito ou não das nossas acções. Façamos a acção por ela mesma, pelo seu valor intrínseco, e não pelo seu reconhecimento social. A alegria de quem pratica Karma-Yoga é fazer a acção que devia ter feito, no momento oportuno, alegrar-se com o valor intrínseco da própria acção, e des-apegar-se do reconhecimento exterior, ou até do seu resultado.

É preciso então muita liberdade interior e determinação para levar avante estes dois princípios do Karma-Yoga, o Yoga da Acção e do Dever. Tudo isto se inscreve perfeitamente dentro de uma Espiritualidade Holística.


5.8. Finalmente, ainda que não exaustivamente, pois haveria outras características mais, a EH é uma Espiritualidade da Solidariedade.

Não basta a libertação interior. É preciso também a libertação exterior, económica, social, política e cultural. É este um ponto, em grande parte, novo, na agenda das místicas do último século e do presente. A/o santo de hoje deverão ser também “santas e santos políticos”. Ou seja, preocupados, misericordiosa ou compassiva-mente, pelo sofrimento alheio dos seres humanos e do resto da Natureza, na medida em que são provocados por determinadas relações sociais.

Para isso, o místico/a do século XXI, deve ter também uma formação técnica em ciências humanas e sociais, ou, em seu defeito, uma sensibilidade aguçada para os sofrimento alheio e a procura de soluções alternativas. Os poderes dominantes usam o engano da “alternativa única”, de dizer que utilizam a única alternativa racional possível, que, por exemplo, estão a seguir os ditados “da” Economia ou “da” Política, sem dizerem que essa é uma determinada Economia e Política, e que pode haver outras, sem dúvida mais solidárias.

Assim, uma Espiritualidade Holística é uma Espiritualidade que promove desde dentro para fora, com enorme solidariedade por tudo o que existe, novos modelos de organização económica, social, política e cultural que levem a uma justiça, paz e harmonia totais, e não só ao benefício de alguns privilegiados ou capas sociais dominantes.

E, mais do que solidariedade, a EH falará de identificação. Identificação com as e os mais pobres e oprimidos. É colocar-se no posto, na pele deles e delas, e sentir como próprias as agressões em contra da Humanidade e do Resto da Natureza.

Neste sentido, o Advaîta Vedānta indiano dá-nos umas boas pistas de compreensão. A ideia central desta filosofia-espiritualidade é da unidade de tudo. O seu principal filósofo foi Shankara (aproximadamente, entre 788 e 820 d.C.), ainda que houve outros formuladores, como Rāmānuja (aproximadamente, s. XII d.C.), de fundo mais teísta.

Para Shankara, só o Absoluto, Brahman, é realmente existente, pois é o Único que Permanece. Tudo o resto é ilusão, maya, no sentido, em que não é permanente. Brahman (ou Atman, o Espírito) é unidade pura. A multiplicidade das almas e do mundo são aparência. Só o sábio compreende que esta aparente multiplicidade (que é própria do conhecimento relativo) não é, no fundo, senão uma expressão do Único Realmente Existente, que é Brahman. Assim, este conhecimento vivencial, mais do que intelectual, é o verdadeiro conhecimento, o conhecimento absoluto, aquele que verdadeiramente liberta.

Pois bem, sem nos atarmos totalmente ao modelo ontológico do Advaîta Vedānta, mas inspirando-nos nele, poderemos, com a sua ajuda, interpretar de maneira profunda, a conhecida passagem evangélica da parábola do Bom Samaritano (Lc 10, 29-37).

Com efeito, a questão não é só que o Samaritano enternece-se, ou é movido a compaixão, pela situação do judeu assaltado e caído meio-morto ao lado do seu caminho. Não é só que o ajuda paternalísticamente, quando o normal seria, dado o ódio/desprezo étnico mútuos, e dada a incerteza da situação (podia ser uma armadilha para ser assaltado ele próprio por bandidos, tão frequente isto naqueles dias em Israel), que se fosse embora, escapando quanto antes desta situação incómoda e perigosa. Esta imagem ainda é própria de uma visão superficial e dualista (“eu me compadeço de outro, coitado!”).

Mas, desde o ponto de vista de uma EH, eu sou o outro caído. Identifico-me com ele, porque ambos somos o mesmo. Sinto o que lhe aconteceu a ele, como se mo tivessem feito a mim próprio. Eu sou ele. Ele é eu. Somos uma unidade. Por isso, ajudo-me a mim próprio, ajudando o outro. E vice-versa. O sofrimento dele é o meu. E não posso soportá-lo! Levantando-o e tratando dele, eu me ajudo a mim próprio.

(Entre paréntese, aqui estaria uma boa fundamentação também para qualquer trabalho profundo de solidariedade ecológica: “Eu sou a Natureza: o que lhe fazem a ela, fazem-me a mim próprio!”).

Esta ideia da unidade de tudo, e, portanto, da identificação com o Cosmos e os seus sofrimentos, especialmente dos mais pobres e oprimidos, é, sem dúvida, a aposta mais radical da Espiritualidade Holística a nível social.



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Ficamos por aqui.

Somos conscientes de que tudo o anterior poderia ter sido mais desenvolvido e melhor explicado, mas esperamos voltar noutra ocasião sobre estas e semelhantes questões. De momento, aqui fica, na nossa opinião, o essencial do programa de uma Espiritualidade Holística para o século XXI.

Calha-nos a nós fazê-la verdade, ou seja, vivê-la!



rui manuel
lisboa
27.05.10.

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1- ANTHONY DE MELLO, O Canto do pássaro. Paulinas, Lisboa², 1998, p.39.
2- A Realidade que captamos com a nossa mente-sentidos é dualista. De facto, a dualidade é uma construção mental, meramente operativa para trabalhar no meio da realidade empírica. Em último termo, a Realidade é una. Mas a multiplicidade é a maneira de manifestar-se a nós. Ou seja, é uma unidade dual ou unidade múltiple. Os Taoístas afirmavam que a realidade se nos apresenta como Yin e Yang, mas ambas, Yin e Yang, não são senão os dois braços do Um, o Tao, ou melhor, do Vácuo, que, como tal, transcende o Um. O Tao está para além do mesmo Um (o Vácuo original é o “útero” do Um e da posterior dualidade e multiplicidade, numa metáfora de acento heideggeriano). O Não Ser é a origem do Ser.
3- Fazemos uma diferencia entre ‘experiência’ (que é espaço-temporal) e ‘vivência’ (mais além do espaço-tempo).
4- É só numa ‘vivência transcendental’ que é possível “captar” a Totalidade. Só é possível no Silêncio total. Ou seja, no momento em que o ego, ou acumulação do passado, cessa, e ‘o novo’ surge (Jiddu Krishnamurti deu-nos boas “dicas” para “entender” isto). O Todo, “Aquilo”, surge quando acaba o Passado, ou seja, quando cessa a estrutura das nossas experiências passadas, dos nossos pensamentos, sentimentos e afectos acumulados, quer dizer, quando “acaba” o nosso ego, que não é senão uma construção social.
5- ANTHONY DE MELLO, O canto do pássaro. Paulinas, Lisboa², 1998.
6- Cfr. LAO TZU, Tao Te King, o Caminho da Virtude. Livros de Vida, Mem Martins², 2007, p. 121; LAO TSE, Tao Te King. Estampa, Lisboa, 6ª.ed. 2000, p. 69. Recomendamos, sobre filosofia taoísta, o livro de VV.AA., A filosofia “materialista” chinesa. José Galamba, Torres Novas, 1978.

ESPIRITUALIDAD DEL MOVIMIENTO DE JESÚS - UNA PROPUESTA

“Abramos los ojos:
veamos las cosas como son realmente,
y así nos evitaremos el dolor
de los falsos apegos
y una devastación gratuita”
EPICTETO



1. El artículo que aquí presentamos es fruto de una reflexión espiritual radical, llevada a cabo después de escribir nuestra tesis sociológica sobre el Movimiento de Jesús (MJ, en adelante) . Por lo tanto, presupone muchos datos de apoyo que aquí no vamos a referenciar, pero que remitimos a dicho texto. Lo que formalmente hacemos, pues, es releer, desde el punto de vista de la Espiritualidad, el estudio sociológico que hicimos sobre el MJ.

Evidentemente, ese estudio es una re-lectura, una re-interpretación (creemos que es imposible hacer ciencia sin interpretar, especialmente en ciencias humanas y sociales, y no sólo…). Nunca pretendimos hacer pasar por dogmáticas una serie de conclusiones sobre el MJ, sino de la manera más crítica, aportar una interpretación creíble a l@s estudios@s del tema, para su debate, profundización y mejoramiento posterior en esta área tan prometedora de investigación socio-filo-teológica.

Pues bien, teniendo en cuenta todo lo anterior, a continuación llevamos a cabo una reflexión sobre la Espiritualidad del MJ. Es una reflexión socio-filo-teológica , pues incorpora los datos sociológicos, pero es ante todo una reflexión teológica y que integra además una base filosófica.

2. Es necesario hacer una pregunta introductoria: ¿Qué se entiende por Espiritualidad? Hay diversas acepciones de ella dentro de la Teología (o de las Religiones, o fuera de ellas, según sea la propia perspectiva). Sería muy largo investigarlas ampliamente y no es ése nuestro interés ahora.

Vamos a entender aquí por ‘Espiritualidad’ no algo opuesto a ‘materialidad’, ‘corporalidad’, ‘mundanidad’, etc. (acepciones dualistas, y por lo tanto, en su oposición, sumamente peligrosas), sino algo equivalente a lo más profundo de la opción de vida que se hace, el motivo último (o primero, según se mire) que orienta a una persona, a un grupo, a una colectividad, su razón de ser, de vivir, de luchar, de esperar y de intentar superar cualquier limitación que tengamos, aspirando a una felicidad lo más plena posible.

Definida así la Espiritualidad, no tiene que ver necesariamente con un asunto religioso. O entonces debemos re-definir qué entendemos por ‘Religión’. Un/a ate@ puede ser alguien con una Espiritualidad intensa (por ejemplo, de solidaridad intrahistórica con l@s más oprimid@s). También nos lleva esto a distinguir entre ‘lo religioso’ (como presencia de un fundamento absoluto, sea cual fuere: ‘Reino de Dios’, ‘Nirvana’, ‘Nada’, ‘Sociedad-sin-clases’, ‘Revolución Permanente’, ‘Anarquía’…) de las religiones históricas “realmente existentes”.

Así, la crisis de institucionalidad que atraviesa actualmente diversas religiones históricas no impide que mucha gente pueda vivir intensamente una Espiritualidad al margen (y a veces hasta en contra) de dichas religiones históricas.

El principio teológico al respecto es interesante: las religiones históricas son mediaciones del Absoluto, pero no son ese mismo Absoluto (aunque alguna/as pretenda/n ser casi lo mismo, al decir que son el único camino para llegar a ese Misterio Último…). Abordar así las cosas nos permite ser más crític@s y menos fundamentalistas, algo importante en estos momentos históricos. Como lo fue en el tiempo de Jesús.

3. Las anteriores precisiones pueden ser importantes para abordar con la mentalidad apropiada qué era lo que animaba (la mística, la espiritualidad) ese MJ. Hagamos algunas consideraciones previas.

En primer lugar, es preciso ser conscientes del momento en que se dio el MJ. Es un momento histórico muy difícil y crítico en Israel, a nivel social (en sentido amplio). Es una crisis total. Los problemas generalizados de la deuda, de la pérdida progresiva de tierras por parte de l@s campesin@s, del empobrecimiento e incluso miseria de una buena parte de la población, a favor de una acumulación de riqueza por un grupo social muy pequeño de Israel, junto con la dominación política, militar y cultural de Roma, unido todo ello a la conciencia de que el Templo y su judaísmo no daban soluciones a la crisis en que se encontraban, impulsaron a un vasto proceso de experimentación social, siendo el MJ uno de los diversos Movimientos Sociales (MS, en adelante) de la época.

El MJ era un MS radical, que partía de la cosmovisión del judaísmo, recuperando las tradiciones más lejanas e identitarias del pueblo judío, al constituirse como pueblo con un determinado proyecto histórico de igualdad y justicia social. El proyecto fue originalmente un proyecto horizontal, de campesin@ a campesin@, que construyeron, en medio de grandes dificultades y contradicciones internas, un modelo original y nuevo de sociedad igualitaria y no autoritaria. Era la Primitiva Confederación Tribal Israelita (PCTI), del 1250-1050 a.C., como saben perfectamente tod@s l@s que estudian estas cuestiones .

Esos ideales de paz total (‘shalom’), paz integral, con justicia, igualdad, tierras para tod@s, no dominio de una tribu sobre otra, ni dominio central y burocrático, participación “política”, etc., permanecieron en el pueblo de Israel como un “proto-ideal”originario, que alimentó la historia de este pueblo, a través de todas las vicisitudes históricas por las que fue pasando. Esto explica también sus grandes traiciones a este ideal. En todo caso, fue el fondo común, la “mística” que impulsó la historia de este pueblo (así como de otros pueblos).
4. El MJ compartía con otros MS de la época una lectura alternativa del judaísmo hegemónico en aquel entonces, el judaísmo del Templo. Esto era así, porque eran los esquemas culturales en los que los judíos se movían y existían. Un judaísmo, el de Galilea, aparecía más helenizado que el del Sur, de Jerusalén, si bien la cultura helenística, según resaltan los últimos estudios, atravesaba todo el judaísmo de la época, de mayor o menor manera. De ahí los estudios de hace algún tiempo sobre la similitud entre el MJ y los movimientos de “cinismo” popular.

El MJ estaba sociológicamente constituido por l@s de abajo, por tod@s aquell@s que sufrían más que nadie, en carne propia, las contradicciones de un Sistema que los excluía y marginaba cotidianamente. En realidad, lo que hizo el MJ fue hilar un tejido social “descosido” por las diversas fracturas provocadas por los poderes dominantes en el Israel/Palestina de entonces y por la acumulación económica desigualitaria que se estaba dando .

En otras palabras, fue lo que llamaríamos hoy un movimiento de unión de comunidades, de resistencia económica y cultural frente a un poder cruel que los amenazaba, diaria e individualmente, con su extinción. Fue claramente un MS, con la cosmovisión típica de aquella sociedad judía.

5. Todo esto enmarca perfectamente el tipo de Espiritualidad que practicó. Su Espiritualidad fue una Espiritualidad ‘salvaje’ (¡en el buen sentido de la palabra!). Es decir, fue una Espiritualidad practicada desde su propia praxis, desde su vivencia cotidiana, no buscando legitimación en el Templo y su judaísmo, en decir, en la institucionalidad imperante.

Desde luego, conectando con la Tradición liberadora del pueblo judío. Ahora bien, esto fue un proceso progresivo de mayor radicalización. Las gentes fueron viviendo esta Espiritualidad a base de su contradicción con los poderes establecidos, y también en contradicción con sus propias limitaciones, ya que el Sistema está dentro de cada uno de nosotr@s, impregnando nuestra mentalidad y hábitos vitales.

Personalmente, vemos unos diez elementos clave en la Espiritualidad (E, en adelante) del MJ (no es un número exhaustivo, pudiera haber otros elementos). Intentando dar un cierto orden, son los siguientes:

(1) Protagonismo de l@s excluíd@s

(2) Igualdad/Justicia

(3) Libertad radical

(4) Comunidad

(5) Autogestión

(6) “Revolución de lo cotidiano”

(7) Inmediatismo/Acción Directa

(8) Carismatismo (Espíritu)

(9) “Metánoia”

(10) Dios alternativo (Misterio/Padre).

Es importante señalar que todos estos elementos están interconectados y se implican mutuamente. No podemos separar el uno del otro. En realidad son uno sólo, es decir, forman un todo (holismo). Cada elemento no es más que el énfasis que se pone en un elemento determinado del todo. Por eso, hablar de uno es implicar también a los demás elementos. Cada uno de ellos necesitaría, por sí sólo, al menos, un capítulo de libro para explicarlo más detalladamente. No tenemos aquí espacio para eso.Veámoslos, siquiera introductoriamente, a continuación.

6. Es fundamental percibir y entender que el MJ fue, ante todo, un movimiento de excluíd@s, de oprimid@s, de pobres, de “l@s de abajo” (o como quiera que l@s podamos denominar). Consecuentemente, es la E propia de ell@s. Mejor dicho, es un MS donde el protagonismo es de l@s excluíd@s. Está dentro de su mundo, de sus expectativas, de sus sufrimientos y de sus esperanzas. Precisamente lo importante es que logran un protagonismo. Este protagonismo tenía a la base un aumento y profundización de la autoestima personal/colectiva de los sectores marginados de la sociedad palestina de aquel entonces. Fue el gran éxito de Jesús como líder social. Lo expresó en su programa inaugural (Lc 4, 18-19) :

“El Espíritu del Señor (está) sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y la vista a los ciegos,
para dar la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor”.

Normalmente, los empobrecid@s y excluíd@s (y más en aquel contexto) son considerad@s “basura”, “l@s que estorban”, “aquell@s-que-es-mejor-que-se-mueran- porque-no-sirven-para-nada-en-la-evolución-humana-y-sólo-causan-desperdicios-a-la- sociedad”. El MJ alcanzó un nivel superior al umbral mínimo de autoconciencia y de autoestima, por lo que resultó un fermento de acción y de identidad para l@s excluíd@s de aquella sociedad.

Obviamente, no tod@s l@s excluid@s se integraron en aquel movimiento, pero fue lo suficientemente significativo como para tener un impacto popular. Eso representaba un peligro para las autoridades internas y colonialistas. Un movimiento de masas podía desbordar unas prácticas de opresión ya institucionalizadas. Por eso, los opresores andan siempre “ojo avizor” a lo que sucede socialmente, no vaya a suceder que su poder se tambalee…

Posiblemente hubo algunos sectores –en pequeño número y al parecer más de tipo personal- de otras capas sociales que se identificaron con el MJ. Lo apoyaron y lo sostuvieron y formaron incluso parte de él. Pero la abrumadora composición social del MJ estaba en los que conformaban la parte de abajo de la pirámide social israelita. Una pirámide social con más o menos 90% de la población abajo, 9% a nivel “intermedio” y un 1% de la élite-élite , simplificando, o incluso siendo menor el espacio “intermedio”.

Toda la cosmovisión, “sentido común” (A. Gramsci), aspiraciones y expectativas, eran las propias de la base de la pirámide social judía, es decir, de la gran mayoría de la sociedad israelita. Pero lo importante es que ell@s empezaron a creer en sí mism@s, convencid@s de que “los de arriba” no les iban a solucionar sus problemas. Más bien eran los responsables de sus propios problemas: eran parte del problema y no de la solución. Para esa labor de concientización fue fundamental el aporte de su líder, Jesús de Nazaret.

El líder del movimiento era de l@s de abajo: un campesino/artesano, sin estudios reconocidos, sin formar parte de un discipulado regular con un fariseo, sin poder económico, sin cargos políticos… Sólo tenía la fuerza de su personalidad, de su auto-convencimiento y de su capacidad de liderazgo junto a l@s más excluid@s por el Sistema, así como la conciencia total de la justeza de su causa.

Esto significa que Jesús de Nazaret conocía perfectamente a la gente de su pueblo, sus sufrimientos y aspiraciones, la historia liberadora de su pueblo y de su Dios. Fue totalmente coherente con esta historia y esta utopía, llevándola adelante con su vida. La utopía no le sacaba de la historia de su propio pueblo, sino que siempre fue la manera cómo ese pueblo suyo enfrentaba la historia desde sus profundas convicciones religiosas.

El MJ es la expresión de la misma gente que configura el movimiento, que es gente excluida del proceso que se da en Israel en aquel entonces. Y, por lo tanto, expresa toda la E de los ‘anawim’, de los ‘pobres de Yahweh’, una E de resistencia, de agradecimiento al Señor providente, de justicia y liberación de los opresores.

7. Otro aspecto central de la E del MJ era su carácter igualitario. Precisamente por estar configurado por gente campesina/popular, apoyado en los valores del antiguo Israel de la PCTI (1250-1050 a.C.), intentados mantener en otras épocas por los profetas, el énfasis fue en promover relaciones horizontales entre sus miembros. Evidentemente, estas cosas no se logran totalmente y no es fácil lograr cambios mentales en hábitos mantenidos desde hace tiempo por el Sistema, pero nuestra opinión es que lograron significativos espacios de igualdad.

En realidad, igualdad es sinónimo de justicia. Se pide justicia porque hay esquemas de desigualdad (o inequidad) que se están dando. Los poderes establecidos buscan siempre una legitimación simbólica para las situaciones de desigualdad o asimetría que están ocurriendo. Es necesario justificar porqué unos pocos tienen privilegios y otr@s, la mayoría, no. Esto no es algo evidente y por tanto, hay que “explicarlo” como algo “natural”. Lo procuran justificar por razones teológicas o intelectuales, pero siempre de base ideológica (ocultadora, falseadora, inversora de la realidad), porque va contra la razón de ser de las cosas.

El MJ, basado en una estrategia de autoestima de l@s excluid@s por el Sistema, consiguió ir equilibrando las relaciones entre l@s mism@s de abajo. Fortaleció redes de apoyo y solidificó resistencias (económicas y sociales). El caso más espectacular de este programa igualitarista fue en el caso de género, en las relaciones entre hombres y mujeres que se dan en el día a día. Estamos en un contexto donde era famosa la oración del rabino ben Jehuda (ya del siglo II d.C., pero traduciendo todavía esa mentalidad androcéntrica), para ser recitada por los israelitas varones tres veces al día:

“¡Alabado seas por no haberme hecho gentil!
¡Alabado seas por no haberme hecho mujer!
¡Alabado seas por no haberme hecho ignorante!”

En efecto, las mujeres alcanzaron grados de participación y responsabilidad en el MJ no vistos antes en ninguna instancia institucional y tampoco en los restantes MS, al menos por los datos de que disponemos (aunque siempre es posible que estuvieran presentes en otros movimientos de base). Pero fue en el MJ donde alcanzaron mayor protagonismo.

No se puede pensar en el MJ sin el apoyo de base de las mismas mujeres. En un principio, el mismo trato del líder con ellas fue escandaloso para sus propios seguidores. Los textos bíblicos a este respecto quieren resaltar el apoyo que el líder les dio, como intentando justificar esta práctica para épocas posteriores. Lc 8, 1-3 hace especial énfasis en mostrar que había mujeres que seguían a Jesús en su peregrinaje y se podrían multiplicar los textos sobre esta “conversión de género”dentro del MJ.

Un caso emblemático de esto es María Magdalena, una gran líder dentro del MJ, una “discípula”, que siguió teniendo una gran influencia dentro del movimiento (“apóstola de los apóstoles”), pese a los esquemas patriarcales de la mentalidad de aquel entonces, incluso entre personajes centrales del MJ. Basta una lectura atenta sobre las mujeres en los textos de los Evangelios para darnos cuenta de su protagonismo e importancia estratégica. A veces, esto aparece más claro en los textos llamados ‘apócrifos’ (es decir, no incluidos en las listas oficiales de textos canónicos de las iglesias), especialmente en el Evangelio de María (o en el Evangelio de Mani).

Esto significa que Jesús (y su movimiento) asumieron ‘lo femenino’ como parte fundamental de su revolución antropológica., aunque sea difícil superar del todo las jerarquías, por otra parte no tan fuertes en el mismo movimiento. Las jerarquías (propias de la epistemología androcéntrica) son más fuertes en los espacios institucionales, pues de eso se alimentan. En todo caso, no necesariamente el liderazgo natural de hombres y mujeres hay que verlo como espacios jerarquizadores en el proto-movimiento. Más adelante, a partir del siglo IV, las cosas ya cambiarán significativamente, pero ahora estamos hablando de estos momentos iniciales.

En nuestra opinión, pero sería algo que necesitaría más espacio fundamentarlo, afirmamos que en el espacio simbólico del proyecto del MJ está la idea de la androginia, un ideal que ya provenía del Génesis y que encontró en el MJ la posibilidad de comenzar a implementarse. La androginia significaba el encuentro y complementación unitaria de lo masculino y lo femenino (por lo demás, algo muy cultural, más allá de los rasgos biológicos diferenciadores de los mismos sexos).

Nuestra opinión es que el MJ rescató lo entendido normalmente como ‘femenino’ (construcción cultural), sin que fuera estigmatizado. Asumió el Amor como el eje del movimiento, como la manera de relacionarse con el mundo, con los demás, con la naturaleza, con Dios. Dios, Padre-Madre, era el Dios del Amor y el perdón (de las deudas), no el Dios del castigo, la jerarquía y la venganza. Con Jesús, definitivamente Dios se hizo un Dios de Paz (‘Shalom’) y no un dios de guerra.

8. La libertad era otro valor espiritual central en el MJ. Su manera de actuar era en libertad. La gente no necesitaba ser hipócrita en el movimiento, diferentemente de lo que ocurría en el Templo o en las sinagogas (o en gran parte de ellas), donde se buscaba una apariencia de ser buenos, cuando más bien en la vida real se actuaba de otra manera . El movimiento fue un gran espacio experimentador de libertad, frente a cualquier poder establecido, frente a la conciencia de l@s demás o frente a la propia conciencia.

En el movimiento, l@s campesin@s/artesanos y gente despreciadas por el poder establecido (minorías étnicas o grupos sociales), calificadas como ‘pecador@s’, encontraron una acogida o, mejor, la crearon entre tod@s. La libertad no excluye los conflictos, sino que es una condición de posibilidad para que ellos sean controlados y superados racionalmente, con un mínimo de violencia.

En realidad, en ningún lugar podían l@s de abajo ser libres en medio de la sociedad israelita. Sometid@s al fetichismo social, que los impedía ser sujetos creadores/as de su propia historia (categoría sociológica de ‘alienación’), siendo meros objetos productores de riqueza para los poderes establecidos, ell@s encontraron en el movimiento su propia fuerza y la posibilidad de expresar su propio mundo, cosmovisión y la capacidad para ir realizando sus espacios de liberación social y auto-liberación.

En un mundo de esclav@s, decir MJ era decir espacio de libertad.

Libertad era poder decir lo que se pensaba, actuar inter-solidariamente, superar los prejuicios mentales y espirituales, auto-organizarse para resistir económicamente, someter a crítica los esquemas impuestos. Ser dueñ@s, en lo posible, de la propia vida. La misma relación con Dios estaba basada en esta libertad. Sin ella, se prostituye cualquier práctica religiosa, como veremos más adelante.

9. A lo que apuntaba el movimiento era a construir una gran Comunidad (‘κοινονία’). Era, por eso, un gran movimiento comunitario. La gran masa de l@s excluid@s no constituía, ciertamente, de por sí, una comunidad. Es verdad que había otros movimientos que dieron identidad comunitaria a quienes los configuraron. En el MJ fue muy importante esto.

El perdón de las deudas entre los excluid@s (“poner la otra mejilla”: Mt 5, 39 y Lc 6,29;”perdónanos nuestras deudas”: Mt 6, 12), el prometer tierras para el proyecto de Nuevo Israel (símbolo: “los Doce”) que el movimiento buscaba, el sentir su propio poderío (empoderamiento social) y el reconstruir las redes entre las comunidades, tarea del MJ, permitió empezar a crear una verdadera comunidad real, y no meramente nominal, jurídica o formal como era la de ser ‘pueblo de Israel’, pueblo elegido por el Señor (‘Yahweh/Adonai’).

No es que la Comunidad no existiera en absoluto y ahora empezara a existir. No era tanto la cosa así. Más bien ese espíritu comunitario nunca se perdió del todo, pero estaba muy resquebrajado, en ese momento, bajo la enorme carga de impuestos que tenía ahogada a la población (entre 70 y 90% de sus propios ingresos), dada su falta de protagonismo para gestionar cualquier cosa más elemental (=no poder) y la pérdida y horadarse de sus ideales igualitarios más profundos, a nivel de pueblo.

En definitiva, la propuesta del ‘Reino de Dios’ aquí y ahora era una propuesta de una gran comunidad unida por lazos de solidaridad y de no explotación, de fraternidad y sororidad, de compartir los mismos ideales de un Dios Padre-Madre, en el que tod@s somos herman@s (al menos, en principio, en Israel). Esta era la gran esperanza del pueblo y el movimiento supo darle esa confianza de caminar hacia una gran comunidad de gente hermana.

Crear Comunidad es crear redes, lazos de solidaridad e intersolidaridad, crear familia, no sólo entre la familia humana, sino también con la naturaleza (estaba en su lógica, aunque no tenemos todavía estudios más específicos en este nivel ecológico). Es establecer interconexiones, interrelacionabilidades, extender la perijóresis trinitaria (como modelo) a la experiencia histórica de l@s más excluid@s.

Por lo tanto, la gran vivencia de la Comunidad es la vivencia de la inclusión, donde todos tienen un puesto. Como dice una canción popular salvadoreña de las comunidades eclesiales de base: “Vamos todos al banquete, a la mesa de la creación; cada cual, con su taburete, tiene un puesto y una misión”. En nuestra opinión, éste debió haber sido el espíritu que animó al MJ.

10. Varios de los elementos anteriores se concretan en una práctica central en el MJ: lo que hoy podemos llamar con propiedad autogestión. La autogestión es el empoderamiento total de una comunidad, capaz de llevar adelante sus asuntos sin poderes sobre ella (aunque pudiera tener líderes carismáticos, como es el caso del MJ). La autogestión es la capacidad de darse a sí mismo la posibilidad de solucionar sus problemas, sin necesidad de poderes exteriores a la misma comunidad. La autogestión es la manera más sencilla de expresar que un cuerpo social colectivo está vivo. Si hay autogestión hay vida. Si no la hay, sólo hay dependencia, esclavización y alienación social/personal. Muerte, por lo tanto.

El MJ fue capaz de ser autogestionario y de alimentar todo un proyecto, sin tener que recurrir a autoridades exteriores que lo pudieran orientar. En realidad, las autoridades no orientaban nada, sino que se limitaban a mandar, a hacer obedecer a sus ciudadan@s, en función de sus intereses egoístas, sin que ést@s pudieran ser plenamente “sociales” como tales

El famoso pasaje de la multiplicación de los panes y los peces (Mc 6, 30-44; Mt 14, 13-21; Lc 9, 10-17; Jn 6, 1-13), presente, por su importancia, en todos los evangelistas (y posiblemente hasta duplicado en Mc y Mt), mostraba que la gente organizada puede compartir sus alimentos, bajo la acción de un verdadero líder popular, que tiene autoridad moral para ell@s. Es un ejemplo típico de lo que es el empoderamiento o autogestión. Por eso, lo quisieron hacer “rey” (popular), según el relato de Juan (6,15). Ése era el líder que ell@s buscaban. Pero él no quería ser líder de una manera autoritaria.

En todo caso, aquella gente pudo hacer experiencias de solidaridad, de compartir/repartir, de sentirse junt@s soñando un mismo sueño, no tan lejano. El sueño ya no era sueño, sino que estaba entre sus manos. ¡Tenían ahora la suficiente fuerza y creían en sus propias manos para realizarlo!

Obviamente, la autogestión debe ser global: no sirve que sólo pueda realizarse a nivel económico. Significa que debe darse también a nivel del poder (compartido/repartido) y de lo simbólico, ese “cemento cultural” que une los sueños de vari@s en uno sólo, creído y visto ahora como posible. En definitiva, la autogestión o es global o no es (simplemente un “asomo” de lo que puede ser).

En nuestra opinión, la autogestión comenzó a ser real, aunque con muchas limitaciones, y eso fue un tremendo reto para el poder establecido. Lo cuestionaba de raíz. ¿Para qué se necesitaba ese poder, si no hacía nada por ell@s y más bien los esclavizaba? El movimiento unido podía sacar las conclusiones lógicas: ¡el Poder establecido sobraba! Eso era, sin duda, muy peligroso para “los de arriba”.

11. La revolución del MJ no fue una revolución que tuviera como objetivo la toma del poder. Fue más bien una ‘revolución desde abajo’, una revolución cultural-social, una revolución espiritual-política (así, en unidad, sin dualismos). La hemos denominado una “revolución de lo cotidiano”.

En efecto, la estrategia del movimiento no consistía en una relación de medios-fines, buscando unos resultados en el futuro, a partir de una preparación en el ahora. Pensamos más bien en un trasfondo apocalíptico (qué tan fuerte era, da pie a varias posibilidades, lo cual no descarta una lectura también “sapiencial” del movimiento, como hemos venido mostrando). El líder y su movimiento piensan que el “tiempo nuevo” ya ha llegado y que, por lo tanto, hay que vivir de manera adecuada. A esta espiritualidad de la “revolución ya, aquí y ahora”, es la “revolución de o desde lo cotidiano”.

La clave del movimiento es que se trata de empezar ya, no dejarlo para mañana, porque mañana ya puede ser demasiado tarde. La revolución, el cambio total, es para hoy y es en el hoy, en lo cotidiano de nuestras vidas, donde transparenta la nueva manera de mirar y sentir la realidad de las cosas. Además, había un nuevo ánimo para llevar adelante la vida.

Es el encuentro con la Realidad, con la verdad de las cosas, que da una manera abierta, franca, positiva, marcadamente optimista de enfrentar el día a día, diferente de la pesimista o resignada de todos los días, característica de la vida pre-movimiento. Si la palabra se entiende bien, digamos ahora que hay un vida con esperanza, no de un más allá, sino de un más acá lleno de significado y belleza, que carecía antes, en general, en la mirada-sentimiento de l@s israelitas “de abajo”, demasiado resignada.

Esa revolución de lo cotidiano implicaba nuevas relaciones entre l@s mism@s pobres, a nivel personal o en comunidades, nueva relación con la naturaleza, niveles más igualitarios de género, mayor protagonismo social de campesin@s/artesanos, mayor conciencia de crítica social en base a esquemas de mayor y más profunda justicia, apoyo económico más solidario entre l@s mism@s empobrecid@s, mayor capacidad de lucha y de auto-organización como práctica básica del movimiento, etc.

Posiblemente, en lo personal, esto también llevaría a grandes cambios, que podríamos significar en el ámbito de la sanidad física y psicológica, mayor fortaleza para enfrentar la vida y sus contradicciones, la alegría que daba encontrar un plan de vida solidario que resolvía muchos problemas y fortalecía las redes subalternas, mayor espíritu de colaboración, serenidad y capacidad de lucha.

En otras palabras, la ‘revolución cotidiana’implicaba otro estilo de vida, alternativo, si bien ahondando sus raíces en la identidad antropológica del pueblo judío, a lo largo de su proceso histórico. En otras palabras, daba ‘identidad’a l@s de abajo. Es decir, l@s empoderaba, ya que la identidad compartida es una gran dinámica de poder total.

12. En nuestra opinión, otro de los aspectos más importantes de la E del MJ fue el de ser una E inmediata, es decir, una E no mediatizada por los poderes verticales del sistema judío “hegemónico” (más que “oficial”). Era vertical en su relación directa con un Dios que libera, pero muy libre de las instituciones establecidas. No del todo al principio (“No he venido a abolir la Ley”: Mt 5, 17), pero muy consciente y radical en la marcha de los acontecimientos, al menos en su líder (“odres nuevos para vinos nuevos”: Mc 2, 22 y los paralelos: Mt 9, 17 y Lc 5, 37-39 y el vino “escatológico” en Mt 26,29 o en Jn 2, 10, en las bodas de Caná, así como el simbólico“rasgarse del velo del Templo”al final: cfr. Mt 27,51). Las contradicciones del momento posterior, especialmente al final, no son sino consecuencia de eso. Además, las rupturas nunca son fáciles y posiblemente siempre arrastran elementos de aquello con lo que queremos romper.

En pocas palabras, estamos diciendo que la legitimación religiosa del MJ fue autofundante. Su líder, Jesús de Nazaret, no tenía legitimación de su acción en el poder establecido, en los grupos ideológicos, en la riqueza, ni en nada de este tipo (era la continua pregunta en torno a con qué autoridad hacía las cosas que hacía), sino únicamente en su carisma. En definitiva, en su propia palabra: era un inspirado por lo Divino y desde ahí recibía su legitimación. Tenía “hilo directo”con Dios.

Sus acciones se autolegitimaban y esto era una seria afrenta para el Poder religioso dominante, Poder que no era sólo religioso o cultural, sino también político (política interna) y económico (el Tesoro del Templo, el Sumo Sacerdote, los saduceos como terratenientes, etc.).

En una palabra, la acción de Jesús y su MS des-legitimaban el sistema religioso montado sobre el sacrificio (de animales y de espíritus humanos) y sus correspondientes ingresos económicos (impuestos, tributo del Templo), propios del modo de producción tributario de la época y contexto geográfico. Al eliminar a Jesús, las autoridades judías (de acuerdo con las extranjeras romanas) sabían muy bien lo que hacían… al menos para sus intereses inmediatos.

Esto llevó a ciertas acciones directas de parte del líder (y del movimiento), que eran las llamadas acciones proféticas (por ejemplo, la expulsión de los vendedores y cambistas del Templo: relatada, por su importancia simbólica, en todos los evangelistas: Mt 21, 12-17; Mc 11, 15-19; Lc 19, 45-46; Jn 2, 13-22). En nuestra opinión había también un trasfondo anti-intelectual en el movimiento, porque los intelectuales de la sociedad judía (los escribas) eran legitimadores del orden establecido y de su opresión. El pensamiento se volvía sobre sí mismo, sobre su ego colectivo, incapaz de crear nada nuevo y de abrirse realmente a la Realidad.

Como el ego es deformador de la realidad en que se vive, el MJ, dicho epistemológicamente, fue una gran herramienta de encuentro con la Realidad, con mayúscula, y esto siempre es liberador. No se podía, pues, esperar ninguna liberación del “mundo del pensamiento”. La liberación venía de abajo, de un encuentro libre con una Realidad vivenciada desde lo cotidiano, sin prejuicios (o con los menos posibles). Por eso:

“Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños” (Lc 10, 21; cfr. Mt 11, 25; compárese con Jn 7, 48-49).

Evidentemente, esto fue todo un proceso, por el que mucha gente fue abriendo los ojos, los oídos y todos los sentidos a una nueva Realidad, que, en definitiva, no era sino la misma de siempre, pero mirada ahora de muy diferente manera. Esto conecta con el elemento siguiente.

13. El carismatismo fue otro elemento esencial del MJ. No fue una simple renovación institucional, sino un movimiento libre, abierto al Espíritu, que “sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que nace del Espíritu” (Jn 3, 8). El Espíritu es libertad, y donde está el Espíritu ahí está la libertad (y viceversa), según 2 Co 3, 17. Este es el elemento pneumatológico del MJ.

Ya hemos visto que no fue una búsqueda de institucionalización la de este MJ. Sencillamente quería mover y remover bien las estructuras anquilosadas y opresoras del judaísmo hegemónico de aquel entonces, buscando ante todo como satisfacer las demandas populares por más vida y libertad. Estaba inspirada en el Espíritu de la tradición liberadora de los orígenes de Israel como pueblo federado de tribus, o mejor, como un proyecto alternativo en aquel contexto histórico-social. Esto implicaba rupturas.

Por tanto, era un movimiento animado por el Espíritu. Por cierto, no necesariamente era el único que cumplía estas características. Esto implicaba una dosis grandes de espontaneidad (y hasta espontaneísmo), de improvisación, de “experimentación”, de práctica de “prueba-error” y de corrección sobre la marcha, de innovación, de creatividad…, como ocurre con todo MS.

Otra cosa fue cuando el movimiento se fue institucionalizando progresivamente en épocas posteriores (pensemos principalmente con Constantino, aunque antes esto ya se iba desarrollando). En este sentido, las mujeres fueron las que más perdieron a nivel de protagonismo y subordinización, de acuerdo con la patriarcalización de las sociedades donde el “cristianismo histórico”se fue implantando y desarrollando.

El carismatismo no vive tanto en el futuro sino en el presente. Es en el aquí y ahora donde se juega su sentido y valor. Es en medio de los acontecimientos históricos y no en un más allá abstracto donde el Reino carismático se “transparenta”. Es este presente de transformación y libertad lo que entusiasmó a la gente pobre y excluida y no tanto un futuro más allá de la muerte, que quizá fuera una preocupación para las capas más intelectuales, pero no lo primario para el pueblo, que luchaba y lucha diariamente entre la vida y la muerte, siempre en precariedad.

Vivir así implicaba mucha valentía e imaginación, que surgen cuando al Espíritu se deja actuar con libertad en los asuntos humanos. Las revoluciones son espacios-tiempos privilegiados, donde surgen creativamente nuevas posibilidades y donde la antropología humana se extiende, descubriendo cosas que parecerían imposibles en otras situaciones conformadas y más cómodas. El ser humano se expande al máximo en esos momentos, logrando cosas juzgadas antes como “imposibles”.

Es claro que el líder, Jesús de Nazaret, era un auténtico líder carismático, no en el sentido de alguien evadido de su realidad política y social, en el mal sentido de ‘espiritualista’, sino de alguien que encontraba en lo concreto de la opresión cotidiana un motivo de esperanza y de ánimo para ir construyendo un presente lleno de posibilidades. Para esto hacía falta fe, mucha fe.

14. En este contexto, una palabra-realidad se hacía clave: los evangelistas utilizaron la palabra griega ‘metánoia’ (‘μετάνοια’), que significa algo así como cambio de mentalidad, de actitud espiritual y vital ante las cosas, cambiar radicalmente de perspectiva, cambio que llevaba también, por eso mismo, a un cambio de vida (‘way of life’). Así aparece Jesús por los caminos de Galilea, predicando la Buena Noticia de unos tiempos nuevos que se estaban dando (Mc 1, 15).

No creemos que sea una buena traducción la de hablar de “arrepentimiento”. ‘Conversión’, en todo caso, no es en el sentido de ser pecadores ahora y pasar a ser santos después, es decir, en el sentido moral y dualista (en el esquema: ‘ahora no, pero después sí), sino en el sentido de ‘dar la vuelta’, de encontrar ya un estilo de vida alternativo al que hasta entonces se había llevado (sentido epistémico, que, por supuesto, tendría sus consecuencias “éticas”).

Todo el MJ fue un movimiento colectivo de ‘metánoia’. Significaba algo así como ‘abrir los ojos’, dejar de vivir en la ilusión, y de darse cuenta de que la verdadera Realidad (=el Reino) ya estaba ahí. Bastaba abrir los ojos y saber mirar la Realidad. Pero, muchas veces, ése es precisamente el problema. No sabemos ver y mirar correctamente la Realidad. Estamos dormid@s, con los ojos cerrados, viviendo en una pseudo-realidad que tomamos por la auténtica ‘Realidad’, porque estamos encerrad@s en nuestra mente egocéntrica, personal o colectivamente.

Los tiempos estaban maduros. Se estaba generando lo Nuevo en aquellos momentos tan críticos. L@s grandes revolucionari@s siempre fueron gente realísticamente optimistas, gente que supo ver más allá de las propias narices, más allá de los comunes prejuicios, o de la represión “educativa” que lleva adelante el Sistema establecido con el fin de mantener los privilegios de los poderosos. Por eso, los momentos más tristes y críticos son también los momentos de los kairoi, de las oportunidades fecundas para transformar la realidad que cargamos.

Est@s innovadores/as radicales no son gente que sólo se deja llevar por sus sueños, por la “lógica del deseo”, sino gente que consigue ver más adelante y más profundo que l@s demás qué está realmente pasando y que encuentra otros caminos diferentes, alternativos, al orden rutinario (y opresor) de cada día. Son posibilistas “realistas”, no conservadores acomodados.

No cabe trazar una frontera dualista entre cambio personal y cambio colectivo, ya que los “dos” están mutuamente implicados e interrelacionados y no se puede comprender el uno sin el otro. Se puede desgajar el uno del otro, pero sólo analíticamente, para entenderlos mejor, tal vez. Pero es mejor concebirlos en una estrecha unidad, mutuamente fecundante. Esto implica una visión más holística de la ‘metánoia’, que la simplemente individualista o colectivista. La conversión es una sola y no acaba con la de un@ mism@, sino que se expande al máximo por todas partes. El Reino es holístico, no fragmentario.

15. Finalmente (o al principio) estaba la vivencia de un Dios alternativo al del Orden Establecido. Por lo menos del Dios que se vivencia en lo cotidiano de la vida de opresión y búsqueda de salidas, de un Dios que incita a nuevas posibilidades y que no legitima/fortalece el fetichismo social presente en la sociedad israelita de la época.

La vivencia de Dios del líder Jesús era francamente subversiva para el poder de aquel entonces. Su Dios era un Dios del Amor y no del Deber/Obligación de pagar impuestos y tributos. Era un Dios creador, es decir, posibilitador de la vida, y no un Dios dador de muerte, legitimando prácticas opresoras en su nombre. Siempre la lucha entre el Dios de la Vida y los ídolos de la muerte fue un tema que apasionó a los profetas de Israel. Lo cual también les costó la vida.

El Dios de Jesús no moraba ya en templos y sinagogas, sino que estaba en las casas y en la naturaleza (en lo cotidiano). Amaba a los seres humanos libres y no esclavos. Quería una relación de profunda humanización y no la de la des-humanización del impuesto-deuda-pérdida de tierras (legitimada además en su nombre…). Dios estaba totalmente a favor del ser humano.
Era un Dios del perdón “de tú a tú”, y que no necesitaba pasar por el Templo y por su comercialismo para redimir las culpas. Un Dios no de culpas siempre ocultas (opresión de conciencias en nombre de un purismo legalista imposible de satisfacer: legalismo que conducía a escrúpulos maniáticos), sino de encuentro y de expansión de la vida. En definitiva, un Dios para gente madura, libre, responsable, es decir, un Dios de Vida, y no un dios perverso (pero rentable), comercial, sacrificial, mezquino, dador de muerte (‘mortificador’) lentamente.

Lo importante es que la mediación teológica de este Dios no pasaba ya por el eje Ley-Templo, sino por la práctica de lo cotidiano en inmediatez y libertad. Esto rompía los esquemas del sistema teocrático e imperialista en que se encontraba Israel en aquel entonces. Abriendo los ojos a l@s campesin@s/artesan@s/ esclav@s..., el MJ era un peligro para el Orden Establecido, ya que lo des-legitimaba de raíz y mostraba que otro/s camino/s era/n posible/s.

Bastaba, pues, abrir los ojos y tener fe en las capacidades de cada un@, que no eran sino fuerzas que el propio Dios de la Vida había puesto en cada un@ para desarrollarlas en libertad y ternura. La visión religiosa de Jesús era un visión/práctica feminista frente a una religión del poder, la jerarquía y la violencia (‘masculinista’). Era una religión de profunda confianza en la Vida y en su Autor, viviendo al máximo de intensidad el momento presente. Jesús era también un Maestro, que enseñaba el arte de vivir con la mayor profundidad.

La misma relación de Jesús con su Dios, al que cariñosamente llamaba “Abba”, “papaíto”, era una relación directa e inmediata y desde ella Jesús legitimaba su acción liberadora. Es difícil que un Sistema “funcione” sin las constricciones de un poder sobre l@s demás, en este caso en nombre de un Poder absoluto, el de un Dios. Sin embargo, en el MJ, en su superación del ego individual-colectivo, mediante el Amor con Justicia y Paz total, no era necesario un poder de representantes “teológicos” sobre l@s demás. Era así un movimiento de gente libre, que conducía a más libertad. Y es sabido que el Poder tiene siempre miedo de la Libertad. Parecen ser históricamente dos opuestos irreconciliables.

La autoestima creada por Jesús y su movimiento junto de l@s más oprimid@s no era una autoestima creadora de ego, sino posibilitadora de Espíritu fecundante de las conciencias, corazones y corporalidades. Si el ego desaparecía, se creaba una nueva relación de un@ con un@ misma y con l@s demás. Dios estaba entonces presente en dicha relación “sin fronteras”.

El MJ fue, pues, un movimiento teologal, un movimiento del Espíritu, que liberó a Dios de las cadenas en que los jerarcas del poder y la religión le pusieron, y que, por eso mismo, pudo crear inmensos campos de contrapoder espiritual, cultural, social, político y económico . ¡Era realmente el fin del Sistema, el “Fin del Mundo” (o de “un Mundo”)! En otras palabras, era una Revolución Total.

Terminamos preguntándonos: ¿Será que esta revolución del MJ tiene todavía sentido hoy o es simplemente ya un monumento “arqueológico”, caduco, del pasado? ¿Dónde está presente hoy el Espíritu de Libertad?

“El que domina sus pensamientos
es más grande que
el que domina el mundo”
BUDA

rui manuel grácio das neves
managua
11.04.03.

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i- El arte de vivir. Manual de vida (Norma, Bogotá 1995), p. 22.
ii- Presentada en el Departamento de Ciencias Sociales de la UCA de Managua (Nicaragua), en el año 2000 y recientemente publicada como libro: RUI MANUEL GRÁCIO DAS NEVES, El Movimiento de Jesús. Lectura sociológica (Abya-Yala, Quito 2002).
iii- Esperamos que quienes lean estas líneas no se asusten de este tipo de análisis, que llevamos emprendiendo hace unos años. Lo denominamos también teo-filo-sociológico, según el acento investigativo que le queramos dar en cada caso.
iv- Le debemos a NORMAN K. GOTTWALD la investigación y divulgación de esta problemática en su ya famoso libro: Las tribus de Yahweh. Una Sociología de la Religión del Israel Liberado (Orbis Books/Seminario Teológico Presbiteriano y Reformado de la Gran Colombia, Barranquilla 1992).
v- En el trabajo sobre estos puntos sería bueno no olvidar los aportes de RICHARD HORSLEY, Sociology and the Jesus Movement (Continuum, New York 1964), así como otros textos.
vi- Utilizamos la Biblia de Jerusalén como referencia.
vii- Son números simbólicos, pero con cierta lógica social o probabilidad, por cuanto no disponemos de estadísticas de la época.
viii- Citado por ANA MARÍA TEPEDINO, Las discípulas de Jesús (Narcea, Madrid 1994), p. 110.
ix- Evidentemente, esto no ocurría en todos los lugares. Pudo haber mucha piedad en muchas sinagogas. Los textos neotestamentarios resaltan más bien la fuerte oposición que se dio posteriormente entre el rabinismo (cuyos precursores fueron los fariseos y escribas) y “l@s discípulos del camino” del Nazareno.
x- Esto lo abordamos un tanto más extensamente en nuestro libro El Dios de Jesús. Una aproximación crítico-liberadora (Nueva Utopía, Madrid 1995), especialmente de las pp. 61-106.